El 19 de septiembre del año 2017 sucedió un evento catastrófico, en medio del recuerdo del temblor de 1985. Por suerte, ese mismo día renació aquella solidaridad que tenemos los mexicanos ayudando al prójimo y dando esperanza a otros.

 Muchas historias conmovedoras se dieron a conocer ese día pero aún hay muchas otras sin contar. Hoy he recopilado una historia de un héroe anónimos de Hispachan.

Sin palabras.

 Aquel día era martes, yo había ido a una entrevista de trabajo cuando ocurrió el temblor, en realidad en el lugar donde me encontraba no había pasado a mayores, pero ya era hora de regresar a casa. Se me había vuelto difícil regresar ya que todo el transporte público había desaparecido. El único transporte que había era un camión, el cual subí y al pasar calle por calle iba viendo personas llenas de polvo y tierra, algunas se encontraban llorando y otras seguía temblando. No sabía que pensar y menos que palabras decir al ver los rostros de aquellas personas.

De un momento a otro el chófer del camión se detuvo y dijo que hasta ahí iba a poder llegar, ya que literalmente no había paso, la carretera a Xochimilco había desaparecido. El chófer no nos cobró el pasaje, cuando pase junto a él solo lo mire llorando incontrolablemente y eso en verdad me dejó demasiado triste.

Continué caminando por algunas calles, cuando de repente una persona me grito.
 "¡Ayuda, mis perros!", aquella voz era de una señora que estaba intentando ayudar a sus mascotas. Al ver aquella escena no dude en ayudarla, pudimos sacar a 2 pero el último no pudo sobrevivir, después de aquel hecho bondadoso me retire sin antes escuchar el agradecimiento de aquella señora.

Continué caminando por aquellas calles cuando de pronto vi de reojo una mano saliendo entre la  tierra, y al percatarme de aquella mano fui corriendo para sostenerla, pero no podía sacarla por lo que grite con todas mis fuerzas. Con la ayuda otras personas pudimos sacarla, al verla bien se trataba de una chica que había quedado atrapada entre los escombros de su casa.

 Aquella tarde me quede en San Gregorio ayudando hasta la noche. En realidad cada escena me dejo demasiado tocado, cuando llegue por fin a mi casa no pude más que ir corriendo a abrazar a mi madre, al ver que estaba sana y salva.

Pero por desgracia mi vecino no había tenido la misma suerte, su casa se había caído dejando atrapados a su esposa e hijo, desafortunadamente no pudieron ser rescatados con vida.

 Todo lo que pase aquel día nunca se lo conté a nadie ya que quería olvidar todo eso.

Actualmente conseguí un trabajo cerca de mi casa, el chófer de aquel camión ya más nunca me volvió a cobrar el pasaje, el vecino limpio todo sus terreno y lo puso en venta y la casa de mi madre aún sigue en pie, pero pronto la tiraremos...